jueves, 13 de octubre de 2016

Chuatroj: Una comunidad que lucha por su desarrollo

Dr. Jacobo Dardón Sosa*



El altiplano del occidente de Guatemala está formado por la cadena montañosa de la Sierra Madre. Es en realidad un conjunto de pequeños valles que se forman abriéndose espacio entre volcanes, picos y montañas. En esos valles y las laderas de las montañas se asientan cerca de 2500 pequeñas localidades con población de origen maya: Mam, K’iche’, Kakchiqel, y Tz’utujil. Uno de esos valles es el conformado por la cuenca alta del río Samalá, un río caudaloso de aproximadamente 80 kilómetros de recorrido desde los altos hacia el mar Pacífico. 



La parte oriental de la cabecera de cuenca se encuentra habitado por población K’iche’ que ocupa los centros urbanos y la periferia rural. El clima generalmente es templado, aunque alcanza temperaturas de menos cinco grados en los meses de enero y febrero. Esta región se caracteriza porque su población ha resguardado los bosques, y por su altura, se encuentra una especie de abeto que comúnmente se le conoce como pinabete, pacachaque u oyamel: Abies guatemalensis. Esta especie es endémica de Guatemala y se encuentra en peligro de extinción, ya que su habitat se localizan a una latitud entre 2,400 y 3,500 metros sobre el nivel del mar, otro valor de la región.

La población rural del altiplano occidental en su mayoría se dedica al cultivo de maíz y frijol. . La base de la alimentación de la población rural son estos dos granos básicos. En un pasado reciente también sembraban trigo, que por la apertura comercial dejó de cultivarse. En las plantaciones de maíz, se cultivan otras especies como el ayote, plantas comestibles y medicinales, asociación que se le conoce como milpa. La extensión de tierra que las familias asentadas en las áreas rurales poseen es menor a una hectárea, extensión que les ha servido para la subsistencia, sin embargo lo producido no les alcanza para cubrir sus alimentos de todo el año ni obtener un excedente que les permita satisfacer otras necesidades como educación, salud, vestido y recreación. Así, existe una historia local de búsqueda de empleo en las ciudades cercanas o fincas de agro-exportación durante los meses en los que no alcanzan a cubrir sus necesidades de subsistencia.

Una de las comunidades del altiplano es Chuatroj (frente a la troje en idioma K’iche’) ubicada en los linderos occidentales del municipio de Totonicapán y colindando con una comunidad de Cantel y otra de Salcajá, ambos municipios del departamento de Quetzaltenango. La comunidad de Chuatroj tiene una población cercana a los 2,400 habitantes y es una comunidad ejemplar en su historia de impulso al desarrollo.

La comunidad de Chuatroj en 1985 contaba con cerca de la mitad de los habitantes de hoy y en aquel tiempo, casi todos sus adultos eran analfabetos. La comunidad no contaba con electricidad, agua potable y había una escuelita con solo tres grados del nivel primario. Se cuenta que se reunieron líderes de la comunidad y se propusieron cambiar la situación de la comunidad. La primera decisión que tomaron fue estudiar su primaria en un sistema de educación de adultos que existía en una comunidad vecina dirigida por un ilustre promotor educativo, don Pedro Ixchajchal. 

Así, todos lograron sacar su primaria en tres años y seguidamente fundaron una cooperativa que actualmente se llama Cooperativa de Ahorro y Crédito Progreso. Este grupo de líderes influyeron para que otros líderes también se inscribieran en la educación formal y se propagó la educación de adultos en la comunidad. Simultáneamente, gestionaron la escuela primaria y la lograron. El agua y la lograron. La electricidad y la lograron. El asfalto de la calle principal y lo lograron. 

Posteriormente, líderes más jóvenes gestionaron la creación de un instituto básico por cooperativa y recientemente el instituto diversificado. De tal manera que los jóvenes ya no tienen que salir de la comunidad, viajar lejos caminando o en bus e invertir horas en llegar a los centros escolares. Una consecuencia muy importante de estas luchas comunitarias fue la incorporación masiva de las niñas y las jóvenes a los estudios.